lunes, 11 de junio de 2012

EL NOPAL Y EL BUEY


Con los años, otro defecto apareció en la parroquia: un nopal que crecía desafiante en la cornisa del primer cuerpo de la torre derecha. Otra vez se reunieron los vecinos y hubo serias deliberaciones tendientes a encontrar la manera de cortarlo. Y también, después de pensar el pro y el contra de las peregrinas proposiciones, se acordó construir un gran andamio de madera meses la mayoría de los carpinteros echando “faina” hasta que quedo sólidamente construido. El día señalado. Aprovechando las secas, cuando el ganado se resiente por la falta de pastos, el animal traído desde la mesa redonda subió con gran dignidad y acabo con la imprudente cactácea.
Recuerdo como al ser contada esta conseja a una señora, por un “pica-crestas” conductor del ferrocarril- en el camino de león a lagos- le pregunto.


-¿es cierto, señora, que paso esto en lagos?
Y ella, sin aparentar ningún resentimiento, contesto:
-Es cierto. Y por más señas aquí traigo un retrato del buey.
Le alargo un espejito redondo de los que obsequiaban los fabricantes de cigarros “gardenia chorrito” que traía en su bolso. El curioso hombre del riel se miro en el azogue y luego se retiro con la cola entre las patas.


Don Agustín Rivera se indignaba al escuchar la conseja sobre el buey. En el folleto reminiscencias del colegio cuenta de una riña en Guadalajara entre librado moreno, laguense, y Anastasio Gutiérrez “que por poco acaba con una muerte”. El móvil fue que el segundo dijo a moreno que en lagos había tapado un hoyo abriendo otro y que había hecho subir a un buey a la torre para que se comiera un nopal que estaba allí. El doctor rivera lanza este exabrupto: “hay temporadas en que muchos bueyes desearían que todas las torres estuvieran pobladas de nopales”.

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