lunes, 25 de junio de 2012

LA CADENA



Una tarde se encontraba platicando sobre los pretiles del puente, unos albañiles. El capellán de la luz salió de su casa, en un costado del templo, y venia hacia el puente al grupo de albañiles, una ráfaga de la otra banda. Al pasar frente al grupo de albañiles, una ráfaga de viento le arranco el bonete, y tras de describir caprichosos arabescos en el aire, fue a caer al rio, en un macizo que formaba un banco de jaritas rodeado por agua, muy afligido el señor capellán ya se disponía a volver a su casa cuando uno de los albañiles le propuso:

-no se apure su paternida: orita se lo subimos. A ver tu Indalecio, y tu francisco y tu- se dispusieron todos sus compañeros a ayudarlo-, ¡hagamos una cadena…!

En efecto. Tomándose del pretil y resbalando hacia el exterior del puente, pronto bajo el segundo quien se sujeto a los pies del primero y así hasta llegar al cuarto. La cadena humana se hacía cada vez más pesada; sobre todo, para y parecía que se le dislocaban pies y manos. Entre pujos y resoplidos pidió angustiado:

-¡espérenme! ¡Voy a soltarme tantito pa´echarme una escupida en las manos y ansi agarrarme mejorrrrrr!
… tras la idea unió la acción. Apenas se escucharon las “erres” semi-finales…

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