lunes, 16 de julio de 2012

HASTA AQUÍ NO LLEGA



Un año antes de abandonar la alcaldía, don diego romero tuvo que enfrentar variados y complejos problemas por causa de las inundaciones.
La región no es muy llovedora; la mayoría de los años son “pintos” pero el año que llueve, llueve a cantaros; esto es poco decir porque hasta las calles, en fuerte pendiente desde la calavera hasta el rio, mas parecen arroyos de agua broncas.
Ese año de gracia para la región y para desgracia de la villa, a mediados e septiembre iban ya dos semanas de lluvias abundantes e ininterrumpidas. Los arroyos, salidos de madre, casi todos desembocan al rio, sumándose al impetuoso cauce del mismo. El agua ya se había llevado numerosos animales: burros, vacas, bueyes, borregos, amén de los cristianos que trataron de cruzarlo y los que pretendan salvar semovientes o pertenencias. Las reverendas monjas capuchinas, de estricta clausura, ya habían sido desalojadas de su ribereño convento. Y si bien es cierto que las aguas provocadas  por la inundación ya merodeaban, acercándose a las gradas del atrio de la parroquia, los más dañados en sembradíos y perjudicados en sus casas eran los huerteros de la otra banda.
Los muros del molino de harina en la confluencia del rio y el arroyo del guaricho se habían venido abajo, asi como muchas viviendas lamidas y borradas en ambas márgenes del rio.
 Don diego reunió en varias ocasiones a sus ediles y consejeros sin que hubieran llegado a resoluciones concretas en medio de desesperadas y agrias discusiones. Ya no se valía volver a aquella sabia resolución pasada de don diego: “que siga lloviendo”. De pronto el alcalde se puso de pie, e inspirado y decidió, exclamo:
Tu, Justiniano, trame al caporal de don Agapito y que consiga todas las sogas buenas que encuentre” “y tú, Amadeo, vete por la canoa grande que se usa para pasar el rio”. “y nosotros, señores, vamos por la calle real hasta de las pilastras”. Esta se llamaba así por que la remataban dos grandes, altas y amplias pilastras de cantera coronadas por una bola grandes, altas y amplias pilastras de cantera coronadas por una bola, y que se tomaban como referencia respecto a la anchura del rio, en crecientes normales.
Ya reunidos con todos los arreos el alcalde fue el primero en subir a la canoa y en seguida el caporal y solo tres de los consejeros, los menos medrosos, y ustedes, mirones, encomiéndenme a san hemión, al que desde ahora le prometo un tributo solemne… si vivo”. Unas cuarenta varas antes de las columnas, rio abajo, la canoa se aproximaba a la primera de las pilastras.
“ahora si, caporal, láceme la bola de arriba de la pilastra”, como en peores  andanzas se las había visto el vaquero, a la primera mangana acertó y empezó a hacer que la canoa llegara hasta casi pegarse a la mitad de la columna. Don diego salto decidió y con un jarro de pintura rojo almagre, ante la expectación erizante de mucha gente allí reunida, trazo con una brocha una raya horizontal gruesa y visible hasta donde llegaba el agua todavía con borregos de espuma. Luego, sin meditarlo mucho, puso esta inscripción: “hasta aquí no llega”.
De regreso a la tierra firme, ante los aturdidos y confusos vecinos, sentencio: “que tarugos los que pusieron las pilastras para medir la anchura del rio. Se les olvido marcar el altor”.
“! ahora sí, váyanse tranquilos a sus casas, hasta allí no llega ¡”

lunes, 9 de julio de 2012

GAJES DE LA VEJEZ



“Dicen algunos que con la ancianidad y la decrepitud sobreviene como inevitable compañero, lo tarugo; pero yo creo que no es así para todos; si fuera verdad mi compadre Estanislao ya estuviera en cueros, ya pasa de los ochenta y allí, arrejolado en un rincón de la tienda, con las piernas todas vendadas y gediondas por las varis, nomas abriendo el cajón y cerrándolo cada vez que avienta doblones de oro y monedas de plata: que la manda don fulanito, que por la realización de unas fanegas de maíz, que por los pastizales de unos potreros arroyados y erizos de piedras… ¡no… que va a ser tarugo!”
Todas estas y otras puntuales consideraciones se hacía don diego romero, mal colocados sus asentaderas en un desvencijado equipal, junto al zaguán de su casa; era el único mueble que le quedaba. Hacía dos días que le habían robado todos los enseres y menaje casero; hasta su sombrero bola y la vara de justicia, pero lo que más le dolía: su descarapelada vacinica, única reliquia de su abuelo.
Cargadas las espaldas por los años, ya sin ejecutar su oficio de alcalde ordinario de la villa (que con el tiempo lo llevaría a una perenne e hilarante memoria), sin haberes previsores y suficientes para reponer lo felonamente hurtado, temiendo las postrimerías de golpe; allí sentado, solo, rumiaba sus desengaños y sinsabores, eso sí, propios de la vejez.
Los acontecimientos se precipitaron así: don diego mantuvo firmes dos posiciones piamente toda su vida: su soltería (¿voluntaria o inconsciente? !solo dios pudo saberlo¡) y su religiosidad de una sola pieza. Consecuente con estas ultima asistió, como todos los años, a la “velación de las espigas”, esta vez en unos vallados cercanos a la sauceda. Esta vigilia se efectuaba entre el triga ya maduro, próximo a la siega, en plena noche abierta y con exposición del santísimo sacramento en un altar coruscante de luces; con cantos y rezos embelesadores, misa solemne, y una nutrida concurrencia. Se hacía en loor al cielo por la buena cosecha. A la madrugada don diego se despidió de los mayordomos y montando su jamelgo regreso a la villa cuando el sol ya doraba los muros de la parroquia. Al apearse de la bestia su sorpresa apareció junto a las dos hojas de la puerta de su casa abierta de par en par. Sin salir de su asombro la recorrió encontrándola totalmente vacía. Bueno, quedaba un solo arco de mezquite de dos y media vara de largo, y otra de alto, donde guardaba su ropa. Estaban sin abrir, gracias a la chapa forjada por el herrero don Dimas, y el equipal destartalado, del que ya hicimos mención.
Hizo con los vecinos toda clase de inquisitivas sin que nadie pudiera darle razón de la canalla que lo había robado. Casi exangüe por falta de sueño, por hambre y fatiga, se fue a comer a la fonda de doña pomposa, participo en el palique de los vagos que se juntaban al atardecer y antes del toque de campanas, llamando el ángelus, retorno a su casa, saco de su cinto una llave de a palmo, abrió el arcón y sintiendo la suavidad y el olor de ropa limpia finamente doblada entre corazones de membrillo secos y espigas de anís, se tendió, cuan largo era (por precaución dejo caer la tapa) y se quedo inefablemente dormido.
Pero volvieron los ladrones; acaso porque pensaban que arcón que habían dejado, de suyo pesado por la madera de mezquite (y además suponiendo que encerraba monedas de oro y plata tal vez ricas joyas) requería que se esforzaran y, en lugar de tres, fueron cinco los maleantes dispuestos a sacar, al filo de la medianoche, tan preciado cargamento. En medio de resoplidos de fatiga sudorosa decidieron abrirlo en la planicie del cerro de san miguel. Ya llevaban palas, bieldos y hachas para forzar la cerraduras de la chapa cuando se dieron cuenta que estaba la llave puesta. Abrieron, levantaron la tapa y estupor supero al que si hubiera visto al propio diablo. Era don diego romero, beatíficamente dormido y sin señales de poder despertar (ellos pudieron suponer que estaba difunto ya, bien tieso). Los ladrones, en decepcionada estampida, se dispersaron brincando como cabras, por encima de rocas y arbustos hasta dejar el arcón y su costoso cargamento a la luz de las estrellas.
Don diego despertó a los primeros rayos de sol, sobresaltado por la luz cegadora, empezó a desperezarse. Ya de pie y supuestamente espabilado, su sorpresa rompió todo límite: cielo azul y un contorno rustico, hermosísimo, lo envolvían. ¿Estaría soñando? ¿Le sorprendería la muerte y habría traspuesto ya el paraíso?.
Al dar unos cuantos pasos en derredor del arcón y tratar de identificar y querencias, que no eran nada familiares, exclamo convencido y proverbial:
“¡que ladrones tan astutos y desmonches; no solo me vaciaron la casa, también me cambiaron el paisaje!”
Si, comentaban en sordina cualesquiera de los vecinos de la villa: “el paisaje de la vejez… y su casi inevitable compañero…”

jueves, 5 de julio de 2012

EL MONUMENTO A DON PEDRO MORENO



Para conmemoran la gesta del héroe de la independencia don Pedro moreno –quien murió después de la defensa del fuerte llamado el sombrero-, los laguenses hicieron un monumento en la calzada que ahora lleva su nombre. Antes solo existía una columna en la falda del cerro del calvario donde esta para que sirviera de escarmiento, la cabeza del caudillo.

Por las más diversas razones, ninguno de los monumentos había podido ser coronado con una estatua del guerrero, tal como se anunciaba al principio de la obra.

Por ello cuenta la conseja que al terminarse el monumento en la calzada que tiene como remate la figura en bronce de don Pedro, tal como lo sorprendieron la madrugada de su sacrificio, los laguenses, al fin satisfechos, hicieron grabar en la lapida de bronce esta inscripción:

   Al héroe insurgente
   Don Pedro Moreno.
   Por defender el sombrero
  ¡Perdió la cabeza!

LAS ESCRITURAS



Gentes antiguas cuentan que cuando la inundación “grande” estuvo a punto de llevarse más de media ciudad, los vecinos sobrevivientes se refugiaron en la colina de la calavera, donde más tarde se edificaría el templo del calvario.
  La luz violeta del relámpago latigueaba el horizonte allá por la sierra de comanja; la lluvia había calmado, no así le creciente devastadora coronada con encajes de espuma. “trai mas agua la corriente” –decían los de la otra banda.
Al atardecer se veía gran parte del pueblo arrasado por el agua.
Entre la multitud apiñada en el cerro había angustia, agitación, exclamaciones:
-fulano: ¡ya tapo el agua tu casa!
-ni me puede; ¡la tenia hipotecada don Dimas!
-nomas vean: apenas se divisa la puntita del campanario del pirul.
-de la otra banda no se salvaron ni las ranas.
-mira, zutano, como flota tu vaca josca.
Y en aquella agitación solo una anciana, con su rebozo goteante, permanecía sin mirar hacia el mar cenizo que todo lo cubría.
Sentada sobre una piedra parecía no darse cuenta de los sucesos a su alrededor. Alguno de los vecinos de la otra banda al fijarse en ella se acerco para preguntarle:
-pero doña margarita; ¿Qué le tantea? ¡Uste tan confiada! Ya de su casa no se miran ni las ramitas del mezquite…
-que se haga la volunta de dios… -repuso en tono pausado.
-¡válgame! Es lo único que le queda ¿y ni apuración le llega?
Como si no quisiera que los demás oyeran, lo llamo para que se acercara. Metió la mano entre la camisa y de sus senos flácidos y rugosos saco unos papeles. Con ojos de triunfante malicia le dijo:
  -no, hijo; no soy tan confiada. No me importa que el agua arrastre con mi casa. ¡Alcance a cargarme las escrituras!

lunes, 25 de junio de 2012

LA CADENA



Una tarde se encontraba platicando sobre los pretiles del puente, unos albañiles. El capellán de la luz salió de su casa, en un costado del templo, y venia hacia el puente al grupo de albañiles, una ráfaga de la otra banda. Al pasar frente al grupo de albañiles, una ráfaga de viento le arranco el bonete, y tras de describir caprichosos arabescos en el aire, fue a caer al rio, en un macizo que formaba un banco de jaritas rodeado por agua, muy afligido el señor capellán ya se disponía a volver a su casa cuando uno de los albañiles le propuso:

-no se apure su paternida: orita se lo subimos. A ver tu Indalecio, y tu francisco y tu- se dispusieron todos sus compañeros a ayudarlo-, ¡hagamos una cadena…!

En efecto. Tomándose del pretil y resbalando hacia el exterior del puente, pronto bajo el segundo quien se sujeto a los pies del primero y así hasta llegar al cuarto. La cadena humana se hacía cada vez más pesada; sobre todo, para y parecía que se le dislocaban pies y manos. Entre pujos y resoplidos pidió angustiado:

-¡espérenme! ¡Voy a soltarme tantito pa´echarme una escupida en las manos y ansi agarrarme mejorrrrrr!
… tras la idea unió la acción. Apenas se escucharon las “erres” semi-finales…

lunes, 18 de junio de 2012

ESTE PUENTE SE HIZO EN LAGOS…




Cuesta trabajo pensar en la existencia de un pueblo que no tenga, cuando menos, un puente. Ya que, como afirmaba un maestro que química al explicar las propiedades del agua, “debemos dar gracias a dios porque los grandes ríos pasan a orillas de las grandes ciudades…”
Y aunque no muy grande, la villa de santa maría de los lagos tuvo su rio, cuya caudalosa corriente durante la época de lluvias, interrumpía el tráfico en el centro país.

La historia del puente de lagos es la de otras tantas construcciones similares. Impresionaba su urgente necesidad en tiempo de aguas. Con apremio se preparaba su urgente necesidad en tiempo de aguas. Con apremio se preparaba la iniciación de la obra. Bajaba el nivel de la corriente… y, por el resto del año, nadie se volvía a preocupar de la consecución de la misma. Se reunían los influyentes del pueblo y no lograban ponerse de acuerdo sobre el lugar en que debía ser levantando. Y así transcurrieron 297 años. La desaprensiva actitud del vecindario preciso a un valiente “escritor público” laguense son amantes del progreso. Distingo: si se trata de palabras, concedo. Si se trata de hechos niego”.

Lo cierto es que después de múltiples intentos desde fines del siglo XVI su fabricación fue una realidad hasta el XVIII. Durante diez años se trabajo en la cimentación y edificación de los tres arcos.
En forma provisional se puso en servicio. Esto motivo que no se volvieran a preocupar por hacer las bóvedas. El tráfico por el puente improvisado era temerario pues no ofrecía seguridad alguna. Los viajeros se veían precisados a pasar por abajo. De nuevo gestiones, colectas y se hicieron las bóvedas.

La conseja cuenta que debido a la tardanza y contrariedades en la conclusión del puente una vez en servicio, los laguenses muy engreídos y satisfechos hicieron grabar, en lugar visible, una inscripción:

ESTE PUENTE SE HIZO EN LAGOS
Y SE PASA POR ARRIBA

Son múltiples las explicaciones tendientes a justificar el letrero que la conseja afirma haber lucido el puente de lagos. La primera asegura que el ayuntamiento, para resarcirse de la fuerte erogación, fijo una cuota de dos tlacos a todo el que pasaran por el puente. Y que, con el fin de eludirla, muchos se iban por debajo con riesgo de ser arrastrados por eludirla, muchos se iban por debajo con riesgo de ser arrastrados por el corriente, costando bastante su rescate. Otra dice que los viajeros de pueblos circunvecinos no sabían hacer uso de el porqué no conocían puentes de esa magnitud, etcétera. La única explicación, la histórica, la daremos más adelante.

lunes, 11 de junio de 2012

EL NOPAL Y EL BUEY


Con los años, otro defecto apareció en la parroquia: un nopal que crecía desafiante en la cornisa del primer cuerpo de la torre derecha. Otra vez se reunieron los vecinos y hubo serias deliberaciones tendientes a encontrar la manera de cortarlo. Y también, después de pensar el pro y el contra de las peregrinas proposiciones, se acordó construir un gran andamio de madera meses la mayoría de los carpinteros echando “faina” hasta que quedo sólidamente construido. El día señalado. Aprovechando las secas, cuando el ganado se resiente por la falta de pastos, el animal traído desde la mesa redonda subió con gran dignidad y acabo con la imprudente cactácea.
Recuerdo como al ser contada esta conseja a una señora, por un “pica-crestas” conductor del ferrocarril- en el camino de león a lagos- le pregunto.


-¿es cierto, señora, que paso esto en lagos?
Y ella, sin aparentar ningún resentimiento, contesto:
-Es cierto. Y por más señas aquí traigo un retrato del buey.
Le alargo un espejito redondo de los que obsequiaban los fabricantes de cigarros “gardenia chorrito” que traía en su bolso. El curioso hombre del riel se miro en el azogue y luego se retiro con la cola entre las patas.


Don Agustín Rivera se indignaba al escuchar la conseja sobre el buey. En el folleto reminiscencias del colegio cuenta de una riña en Guadalajara entre librado moreno, laguense, y Anastasio Gutiérrez “que por poco acaba con una muerte”. El móvil fue que el segundo dijo a moreno que en lagos había tapado un hoyo abriendo otro y que había hecho subir a un buey a la torre para que se comiera un nopal que estaba allí. El doctor rivera lanza este exabrupto: “hay temporadas en que muchos bueyes desearían que todas las torres estuvieran pobladas de nopales”.

A EMPUJAR


El sol dentro de la parroquia seguía siendo un problema; por otra parte, atrás del templo quedaba un espacio muy amplio y mejor orientado para el mayor lucimiento del mismo.

Al fin se tomo el acuerdo de citar a todo el vecindario –hombres, mujeres, niños- una madrugada, a fin de empujarlo. Hacia un frio que penetraba hasta la medula. Y todos los que iban llegando venían envueltos en jorongos. Quien esta maniobra dirigía y –podemos suponer fue el alcalde- dio la orden de que todos los hombres dejaran en hilera las cobijas y los sombreros. A una señal convenida, todos con entusiasta acopio de fuerza, empezaron a empujar la mole de cantera.

Podemos suponer las energías y el tiempo gastado en tan inútil empresa. El sol ya había a reforzar el sudor de todos cuando alguno, impaciente por el blando almuerzo, se atrevió a mirar hacia las cobijas. Al extender la vista a sus espaladas no distinguió una sola. Sin más dio la voz de alarma.


-¡Epa! ¡Aguárdense! Ya es mucho lo que la empujamos. ¡Ni siquiera una cobija se divisa!
En efecto, no quedaba ninguna. Un listo, de los que nunca faltan en las grandes empresas populares .desde las cruzadas hasta nuestros días- había aprovechado ese tiempo llevándose tan cálido cargamento.


(Permítaseme aquí un comentario. Esta conseja, que guardo por muchos años la fama de los laguenses celebrando su ingenioso procedimiento para mover construcciones, ha quedado opacada y sin mayor relieve. Desde que se supo que ya en Guadalajara el ingeniero Jorge matute Remus podía empujar los edificios, ha perdido su rasgo privativo que consistía en revelar un procedimiento que se estimaba exclusivo de lagos. Cierto resentimiento de los buenos vecinos me obliga a consignarlo aquí).

lunes, 28 de mayo de 2012

LA CUERDA Y OTROS DEFECTOS




Cuando se termino la construcción de la parroquia, en cantera rosa, no falto quien pusiera reparos a la obra. El primero en hacerlo fue el lugarteniente de cura quien, al decir misa de ocho, se molestaba por unos rayos de sol que caían directamente al misal cuando leía el evangelio. Expresarlo públicamente fue suficiente para que unas beatas se pasaran toda la mañana intentando sacar el sol en chiquihuites.

Apareció otra deficiencia que daba al traste con la belleza de la cúpula en la cual, según tradición, se uso leche en vez de agua para hacer la mezcla: una cuerda había quedado colgado de la linternilla. Como ya no quedaba un solo andamio el problema parecía irremediable. Entonces hablo resuelto un vecino de la otra banda:

-ya que ustedes no pueden, yo me comprometo a quitar la soga.
Y ante el asombro de todos, empezó a subir por la propia cuerda.

Los presentes ni pestañeaban siguiendo su hábil ascensión. Cuando hubo llegado hasta la argolla que sostenía la cuerda, extrajo del cinto un cuchillo y grito:

-¿desde donde la corto?
Nadie atinaba a decir la palabra y solo un eco de la pregunta aun vibraba bajo las bóvedas.
-¡pegadito! –grito algún impaciente.
Y tras del trajo del cuchillo, se comprobó que también en lagos regia la ley de gravitación universal…

lunes, 21 de mayo de 2012

EL SUCESOR DEL ALCALDE




A punto de terminar lo que hoy llamaríamos “gestión administrativa”, don diego planteo al vecindario el problema de sucesión en el ayuntamiento. Y como desde que el mundo es mundo, surgieron bastantes y buenos vecinos dispuestos a servir. Los días corrían y con mayor vehemencia todos los aspirantes aducían razones de merecimiento.

Don diego debió medir mucho el camino a seguir, ya que su decisión a nadie inadecuada. El día fijado para el evento trazo una línea con cal desde el otro lado del rio y, puestos en guardia todos los pretendientes, a una detonación de trabuco partieron a toda carrera para que el primero en llegar a la puerta mayor de la parroquia fuese nuevo alcalde.

¡Lástima de tan sana intención por una parte y de sudorosos esfuerzos por la otra! Un paciente jumento, que pastaba en un solar vacío, al disparo del arma y al tropel de los aspirantes, espantado y tirando coces fue el primero en llegar a la parroquia…
… y aquí la conseja no se ensaña más contra los de lagos en general y contra don diego en particular: calla el desenlace que debió tener este problema verdaderamente insoluble.


lunes, 14 de mayo de 2012

LA VISITA PASTORAL



Su ilustrísima, el señor obispo de Guadalajara, anuncio su llegada al siguiente día a lagos. Un propio venido de san Juan, diacono ya tonsurado, así lo hacía saber a medio pueblo. Era una visita que tenía, además de rigurosa finalidad espiritual, el propósito de que el nuevo pastor conociera a su rebaño. Y como estaba recién preconizado y venia de otras tierras, solamente conocía, por regocijadas referencias, la floreciente población.
Desde muy temprano andaban las gentes en movimiento. En las esquinas, a lo largo de la calle real, colocaban arcos triúnfales con pino traído de comanja. En puertas y ventanas colgaban cortinajes y jaulas con jilgueros, cenzontles y canarios; sacaban las macetas a la calle convirtiendo en estrados los frentes de las casas; barrían y regaban el empedrado…

Al filo de las once de la mañana apareció, al fondo de la calle, la vanguardia de los de a caballo. Y seguían a la berlina de su ilustrísima ocho forlones con los miembros prominentes del ayuntamiento, de la clerecía, órdenes monásticas, asociaciones religiosas e inmenso gentío.
A su paso fue vitoreado por el pueblo, en medio del toque a rebato de todas las campanas y del estallido de centenares de cohetes.
Frente a la parroquia hizo un alto el cortejo. Se apeo de la berlina su ilustrísima y para acompañarlo iban a su diestra e cura propio y a su siniestra el señor alcalde. Mas antes de penetrar al sagrado recinto quiso su ilustrísima conocer con detenimiento el tallado prodigioso del frontis.

El señor alcalde, presintiendo la no expresada admiración del ilustre visitante por la bella construcción, se animo a preguntar.
-¿Qué le ha parecido a su ilustrísima nuestra parroquia?
El prelado repuso sin disimular su entusiasmo:
-Paréceme imponente, magnífica, la mejor de la arquidiócesis…
-¡Y hecha aquí en lagos…!
Con perceptible movimiento de cabeza –tolerante, paternal-, quiso decir su ilustrísima a sus acompañantes: “parece que es cierto lo que algunos cuentan…”

viernes, 11 de mayo de 2012

LAS LLUVIAS



En tiempo de lluvias eran muy frecuentes las inundaciones en lagos, un año, por mes de agosto, el agua del rio ya cubría medio poblado y amenazaba del otro. Muy alarmados los moradores acudieron a ver a don diego para ver qué acuerdo tomaban. No se hizo esperar la reunión, en cabildo abierto, bajo la dirección del alcalde. Y como de costumbre se situó a su lado el secretario para tomar nota de los acuerdos y consignarlos en el acta correspondiente. Con mucha gravedad don diego dirigió los debates.

Alguien propuso se efectuaran rogativas en todos los templos. Otro arguyo que desde el domingo pasado se habían hecho y seguía lloviendo. Uno más hablo sobre la conveniencia de una precesión con velas y campanas consagradas. Otro hecho abajo la propuesta diciendo que como seguía lloviendo, era inútiles las velas, y el agua que seguía inundando haría imposible la procesión por todas las calles. Alguien apunto una medida racial; la construcción de un dique gigantesco que desviara al rio. Al momento salto la voz del que se sentía más ducho en ingeniería; ¿Cómo iba a ser posible esa solución si el cauce del rio era el único declive del valle?

La sesión degenero en alusiones personales: la lluvia era un castigo de dios para borrar del mapa esa pecadora villa. ¡También el compadre Timoteo vivía amancebado con la viuda de don fulano! ¡y de las moras!... ¡claro, con apariencia de hombre honrado, don tomas recibía a media noche, por la puerta del corral de su casa, las mulas cargadas de plata robada a las conductas que pasaban de zacatecas a México!

Impaciente, ante el peligro de que también aludieran a sus virtudes cardinales, don diego dio por terminada la prolongada y áspera sesión. Cuando ya algunos de los presentes iban a despedirse, el secretario pregunto a don diego:

-¿A qué acuerdo llegaron para asentarlo en el acta?
Don diego, ya molesto, iluminado, repuso cortante:
-¿Que siga lloviendo?

viernes, 4 de mayo de 2012

Panadería de pan…




La nomenclatura de las calles ha sido siempre un problema urbano, en la naciente villa don diego se propuso atacarlo. y como había confusiones lamentables sobre todo en lo referente a los nombres de las tiendas, dispuso que todos los negocios aclararan, mediante un letrero en la fachada, la especialidad de la tienda y el nombre del propietario.

El primero en obedecer fue el dueño de un cajón de lencería y miscelánea. Hizo pintar este rotulo: “la aurora de leobino Jordán. Se venden listones de todos colores y también verdes”.
En una vinatería muy visitada, en la esquina de la plaza del hueso (local que hoy ocupa “la mensajera”) se vendían, además, menudo, vísceras y guisadas menudencias para botana de los asiduos al copeo. y el letrero que mandaron poner por una calle decía “la vida”- más abajo este rotulo explicativo que no cupo en un solo muro: se venden hasta el ano, y a la vuelta, checer.

Días después don diego cito al dueño de la panadería “la espiga dorada” y le impuso una multa de cuatro reales por no acatar debidamente la disposición. Abajo del nombre del establecimiento se leía Panadería de pan. A don diego causo verdadera indignación que el propietario hiciera mofa de su autoridad. Como este alegara, que no decía de esa manera, el alcalde se traslado a la panadería. El negocio estaba ubicado en la esquina de las calles real y del panteón. Efectivamente, en la primera se leía panadería de pan y en la segunda taleon Gómez.

Querella que termino armoniosamente con el envió de don diego de una canasta de fruta de horno.

lunes, 30 de abril de 2012

Dos ordenanzas por bando




A todos los moradores de la villa sorprendió este bando, según aviso que se dio al publico por la voz de un pregonero:”orden del señor alcalde: desde hoy, el que tenga puercos que los amarre y el que no que no”.

¡El que tenga puercos que los amarre y el que no que no! ¿Qué secreto entrañaba tan absurda disposición? Alguien pensó que tenía su origen en el descuido de algunos vecinos que permitían que sus animales domésticos-burros, cerdos, gallinas-, pastaran y picotearan a ciencia y paciencia de todo mundo en el solar dispuesto para plaza de armas, frente a las casas consistoriales. Al principio todos acataron la disposición y tiempo después advirtieron que en ese caso don diego había dado una orden que bien podría ser catalogada entre los más luminosos principios de derecho.

El ordenamiento obedecía a que se habían avecindado en lagos gentes que tenían la imprudente costumbre de amarrar a los cerdos… ¡pero solo a los ajenos!

En otra ocasión don diego hizo conocer a los habitantes que las casas que se alquilaran debían tener, en parte visible, la oferta y precio.

En una casa de bajos soportales, junto al convento de pobres capuchinas, apareció, ante los sorprendidos laguenses este letrero:
esta casa se renta en 15 reales; si regatean mucho en 13, ultimo precio 10”.

lunes, 23 de abril de 2012

EL DIFUNTO



Antes del alba había despertado varias veces don diego. Tenía la corazonada de alguna desgracia en el pueblo. Una lechuza, desde los pretiles de la parroquia ululaba agorera. Se disponía a enfundarse nuevamente en las mantas –después de estirar piernas y brazos y rebuscar con un ojo entreabierto la claraboya que daba al cielo todavía con estrellas-, cuando unos pasos perdidos y luego sobre las baldosas de la banqueta, le mantuvieron en vigilia.
Alguien golpeaba sobre la madera de su ventana: silencio.
Otros golpes y una voz:
-¡Ave maría purísima!
-sin…pecado… original –rezongo el alcalde.
-¡señor don diego, señor don diego!
-­¿Quién es y que quiere a estas horas?
-soy el aguacil segundo, con la nueva de…
-¿Qué esta boqueando? -¡guárdesele a cada uno su justicia!
¡Despierte al fiscal!
Llego el señor fiscal con un libro bajo el brazo. Salió de la casa don diego envuelto en una manta. Ya por las orillas se unieron algunos vecinos curiosos. Un crimen, bajo la tranquilidad de un pueblo, era un acontecimiento de relieve conmovedor.
A corta distancia de puente de guaricho, cerca de un olmo, estaba tendido boca abajo un cristiano. Vestía chaparreras de gamuza y camisa de estameña rasgada en diversas direcciones. Tres heridas, que parecían hechas con puñal o verduguillo, indicaban que había sido atacado a mansalva y fieramente. Alguno de los presentes comento: “todavía resuella”; otro dijo con entonación fatal: “¡está bien tieso!”; y no falto otro dijo quien exagerara: “ya jiede”.
Don diego se acerco a la victima e hizo una indicación al relator para que estuviera dispuesto a anotar. Y luego dijo en alta voz.
-¿alguno de los que están aquí sabe el nombre y apelativo de este cristiano?
Se adelanto Cosme reyes, el lechero de la sauceda, y aquietándose el sombrero, dijo:
 Con licencia. Es Crescenciano veloz, mayordomo del jaral de en medio. Ayer lo vide mercando sus avíos en el pueblo.
-¿jura por dios decir la verdad? Haga la señal de la cruz.
-juro no ser de malicia y lo necesario…
Al centro del gentío, con estentórea voz, don diego grito tres veces:
-¡Crescenciano veloz, mando y ordeno que te levantes!

Después de un silencio largo y rencoroso el alcalde se inclino para examinara la victima; removió con cuidado las tiras de la camisa y observo unas tras otra las heridas. Por cuartas y gemes midió las distancias e incorporándose dicto al relator:
“yo diego romero, alcalde primero del pueblo de lagos, a los días tantos de tantos…”
“a las cinco de la mañana se me ha dado la novedad de… y para proceder prontamente me traslade en compañía del fiscal nombrado para este pueblo y su comprensión y del infrascrito relator para dar testimonios que obran en dicha causa…”
“a seis y media varas, poco mas, poco menos, de la cerca del potrero de las golondrias y junto al arroyo del guaricho encontré tirado un hombre como de cuarenta años en mala postura, con tres heridas hechas con un instrumento cortante y punzante y que lo traspasan de espalda a pecho y una más debajo. Delas dichas heridas la primera habiéndole interesado la paletilla siniestra sale debajo del sobaco; la segunda con dos orificios interesando menor, y la ultima en la nalga con salida por la ingle atravesado la parte posterior de la rabadilla…
“por cuya razón y habiéndole interpelado tres veces por dicho nombre y apelativo, en alta voz y ante los dichos testigos, como no respondiera ni se le viera muestras de aliento, lo declare formalmente muerto, rezando un páter noster por su anima…”
“y para que conste, lo pongo por diligencia ante el señor fiscal, quien en vista de ello determinara lo que estimen en justicia y fuere de superior agrado… pueblo de lagos…” etcétera.


lunes, 16 de abril de 2012

JOYO JUERA


Las abundantes aguas lustrales que empaparon la cabeza del buen alcalde no lograron ningún reblandecimiento en los límites internos de su tosudez.

A pocos días, en una de sus frecuentes inspecciones al estado general de adelantó urbano, encontró un gran hoyo que obstruía el paso entre el atrio parroquial y lo que más tarde sería la plaza de armas.

Hizo amplia consideración sobre las dificultades que traería aparejado el acarro de escombro desde las afueras. Entonces ordeno que se hiciera otro hoyo, a estimulante distancia, cuya tierra sirviera para atestar el primero… y así se cavaron ocho hasta llegar al rió.

Este ingenio y desconcertante procedimiento –que por paradójico que parezca, nada tiene de extraordinario, pues estamos acostumbrados a alguna obra publica que parten del centro hacia afuera y no a la inversa- ha valido a todo el que nace en lagos el sonoro y vistoso monte de “joyo juera”…


martes, 10 de abril de 2012

LA PILA DEL AGUA BENDITA

EL SEÑOR ALCALDE DE LAGOS, DON DIEGO ROMERO, HABÍA ESCUCHADO MUY ATENTO AL CURA BENEFICIADO Y JUEZ ECESIASTICO DE LA VILLA, EN SU HOMILÍA DOMINICAL. ERA LA MISA DE OCHO A LA QUE CONCURRÍAN EL CONCEJO, JUSTICIA Y REGIMIENTO, ADEMAS DE LOS PRINCIPALES DEL LUGAR.

AL TERMINAR LA EXPLICACIÓN DEL EVANGELIO EL CURA PARTICIPO A LOS FIELES QUE HABÍA COLOCADO, AL CENTRO DE LA PUERTA PRINCIPAL UNA PILA PARA EL AGUA BENDITA; Y POR MAS SEÑAS ERA DE ALABASTRO, PRIMICIA OBTENIDA EN UNA MINA RECIÉN DESCUBIERTA EN LA ALCALDÍA . Y ENCARECIÓ, CON CITAS TRAÍDAS DESDE LOS SANTOS PADRES, LA PRACTICA DE TAN VIRTUOSA COSTUMBRE: AL SALIR, CONVENÍA QUE TODO BUEN CRISTIANO MOJASE LOS DEDOS EN EL AGUA Y SE SIGNARA A FRENTE CON UNA CRUZ PARA AHUYENTAR LOS DEMONIOS.

LA MISA HABÍA TERMINADO. Y CUANDO DON DIEGO SE IBA APROXIMANDO A LA NUEVA ADQUISICIÓN DEL TEMPLO, REFLEXIONO: "SOY LA MAS ALTA AUTORIDAD DE AQUÍ: SERVIRÉ CON MI EJEMPLO. SERÉ EL PRIMERO EN TOMAR AGUA BENDITA".

MAS AL ACERCARSE, FRENTE A LA ATENCIÓN DE LOS DEMÁS FIELES QUE LE RESERVABAN PRIMACÍA, SE PERCIBIÓ DE EMBARAZOSA DIFICULTA: EN LA MANO DERECHA LLEVABA LA VARA DE JUSTICIA, SÍMBOLO EXTERNO DE SU ALTA JERARQUIA POLÍTICA Y EN LA IZQUIERDA EL SOMBRERO. DESPUÉS DE TENDER, COMO APENDICES MUTILADOS, AMBAS EXTREMIDADES, EN ADEMAN RESUELTO, CLAVO LA CABEZA EN LA PILA.

PARTE DE LA FELIGRESÍA MURMURO POR LO BAJO: "SI METIENDO LA CABEZA MERMO LA MITAD DEL AGUA, ¡QUE SERIA SI SE HUBIERA METIDO DE CUERPO ENTERO!"

OTRA PARTE DE LOS ASISTENTES SE DIJO POR DENTRO: "¿TANTOS PECADOS TENDRÍA QUE NOS DEJO SECA LA PILA?"

EN FIN; ¡TRABAJO EXTRA PARA EL SEÑOR CURA: BENDECIR NUEVA AGUA PARA TODO EL MES!

BIENVENIDA A LAS CONSEJAS DEL ALCALDE

HOLA A TODOS ESPERO QUE ESTE BLOG SEA DE SU MAS AGRADO HACIENDO UNA PEQUEÑA RESEÑA DE UN LIBRO PREDILECTO AQUÍ EN LAGOS DE MORENO EL ALCALDE Y OTRAS CONSEJAS DE ALFONSO DE ALBA ESTE LIBRO HABLA DE UN ALCALDE ALGO PECULIAR CADA SEMANA HARÉ UNA PUBLICACIÓN DE CADA UNA DE SUS SABIDURÍAS BIENVENIDOS SEAN TODOS USTEDES 


ADEMAS HACER PUBLICACION QUIEN FUE ESCRITOR ALFONSO DE ALBA DEJO UN LINK Y TAMBIEN TOMARE FOTOGRAFIA SI SE ME ESPOSIBLE DE EL LUGAR DONDE SE LLEVO ACABO LA CONSEJA Y LOS RINCONES DE ESTA CIUDAD QUE ES LAGOS DE MORENO


MIL GRACIAS POR TU TIEMPO ESPERO NO DEFRAUDARTE
http://es.wikipedia.org/wiki/Alfonso_de_Alba